Arquiralezas

para una reconstrucción del Mar Menor (parte II)

En ésta época de miedo al cuerpo, de distanciamiento social, y reprobación de la piel, en esta era en la que, más que nunca, el otro se convierte en imagen -el de la pantalla de la videoconferencia, pero también el de la pantalla de la simbólica que hemos comenzado a crear-, en este presente extraño, decía, tal vez debamos rescatar la experiencia de los artistas de la performance y el Body Art y tratar de encontrar la forma de regresar al cuerpo, de mantener la relación con el tacto, con lo tangible, con la materialidad de la experiencia.”1

El curso se inicia con un taller de tres semanas de programación visual orientada a objetos usando el interfaz touchdesigner (colaborador: Sergi Hernández) que permita especular con cómo traducir capas de la realidad a otras capas digitales evidenciables mediante alguna forma de experiencia, sinestésica y resonante en el sentido que Hartmut Rosa propone: “La responsividad, o capacidad de resonancia, es algo así como la manera en que establecemos un intercambio táctil, metabólico, sentimental y pensante con el mundo. El modo fundamental no es disponer sobre las cosas, sino entrar en resonancia con ellas…” (“Lo indisponible”,Hartmut Rosa 2020 53).

Los inputs para el interfaz programable serán propiedades naturales inspiradas en los diseños de naturalezas restauradoras del curso Arquiralezas 5 para el Mar Menor (2020) de Antonio Abellán, así como de experiencias propias o cercanas al alumno que aborden relaciones (ocio, salud, deporte, alimentación, arte…) entre el cuerpo y el mar, apoyadas en valores físicos, meteorológicos, biológicos, etc. laboratotizables.

Este inicio de curso será compartido con el taller de Proyectos 4 de José Carrasco (cuyos alumnos partirán de los diseños de naturalezas restauradoras de su curso anterior en Sella), por lo que las primeras semanas se convierten en un mini taller vertical entre tercer y cuarto curso. Esto producirá una instalación interactiva al final del primer mes, en el aula o en un espacio cedido del museo de la universidad, como otra manera de revisitar dichos cursos.

Después de esa fase inicial compartida, el curso continúa con el diseño por parte de los alumnos de una colección de micro utopías para una reconstrucción ecológica del Mar Menor, a través de intervenciones individuales aunque coordinadas entre ellas, que tratarán de enfocarse como arquiralezas, entendidas como aquél producto o servicio arquitectónico que favorece el acoplamiento de las acciones humanas a procesos naturales de diferente índole y dimensión frecuentemente invisibilizados o excluidos en la práctica de nuestra disciplina.

 

  1. Miguel Ángel Hernández, El don de la siesta, Barcelona, Anagrama, 2020